Francisco Aguirre Leo
Académico de Economía Energética y socio de Electroconsultores Ltda.
En documentación de la antigua empresa ENDESA, creada por CORFO en 1944 para desarrollar el proceso de electrificación del país, podemos encontrar que su ultima actualización del catastro de proyectos hidroeléctricos en Chile, hecha a fines de los años 80, indica una cifra inventariada de proyectos de generación cercana 23.000 MW de los cuales explotamos solo el 25%. Dicho catastro consta de pequeños proyectos de 1 MW hasta los grandes del río Puelo en Aysén, de 1250 MW en un solo proyecto.
Para un país como el nuestro, cuya demanda total actual se acerca a los 10.000 MW y que al crecer modestamente al 4% anual se duplicará hacia el año 2030, ello es una oportunidad que debemos aprovechar en un mundo en el que la energía es un verdadero Poder Estratégico cuyos costos seguirán subiendo inexorablemente, particularmente por escasez de sus fuentes, entre las que principalmente están los combustibles tradicionales para producción energética. Recordemos que el 60% de la electricidad mundial se produce quemando Carbón (41%) y Gas Natural (19%). Cerca del 14% actual es nuclear, 7% petróleo, 3% renovables (no hidroeléctricas) y 16% hidroeléctrico. Recordemos que en el orden económico, que considera tanto inversión como operación, lo más barato son las hidroeléctricas, seguidas por el Carbón. El Gas natural también, pero solo cuando es recurso local y no requiere de grandes gasoductos ni procesos de licuefacción y de regasificación que lo encarecen a costos de oportunidad petrolero, que en este último caso es lo más caro. Lo renovable biogás, biomasa y geotermia son competitivos en costos y son eficientes para un país de alto factor de carga como es Chile (0.9 en SING) y (0.8 en SIC), característica de nuestro consumo de alta componente minera y gran industria que hace menos competitivas a otras renovables como solar fotovoltaico y eólico.
La situación actual real en Chile es que la producción de electricidad como estadística 2013 es que la principal componente fue también Carbón (46%), seguida por hidroelectridad (29%) y luego por caro GNL (17%), petróleos (4%) y el 4% restante por diversas otras, principalmente renovables. Ello muestra estar muy lejos de la cifra que a nuestro país corresponde con una inteligente explotación de recursos propios.
Ambientalmente, toda tecnología tiene pros y contras, incluso la nuclear que tarde o temprano llegará a Chile. No se entiende que se diga que nuestros mejores proyectos hidroeléctricos no son viables pues lo importante es privilegiar nuestros propios recursos competitivos y entre ellos la económica potencialidad hidroeléctrica no explotada debe ser un objetivo estratégico para arreglar nuestra distorsionada matriz energética y su negativo efecto en la economía y progreso nacional.
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