Tuve el privilegio de constituir el grupo de ingenieros que hace 27 años evaluó la conveniencia de instalar una central nuclear para generar electricidad en Chile, tecnología que entonces Argentina y Brasil ya operaban haciendo tentador para el gobierno militar chileno de la época ingresar al exclusivo grupo. Sin embargo, la conclusión final del estudio realizado fue que dicha alternativa para generar electricidad no era técnica ni económicamente conveniente para nuestro pais. Por una parte, los tamaños comerciales de reactores nucleares eran mayores a los que nuestro único sistema interconectado de la época, SIC, soportaría operacionalmente, y por otra, el costo de un plan de obras incluyendo el proyecto innovador era notablemente mayor a los alternativos con desarrollo hídrico y término convencional. En aquella época anterior a la reforma privatizadora del sector eléctrico todavía se hacían estudios de planificación de largo plazo como fue el análisis hecho con la participación de ingenieros de la CNE, CCHEN, CHILECTRA y ENDESA estatales, estudio que sancionó el tema y provocó la emigración de profesionales preparados de la época y el término de capacitación especializada. Hoy dichos estudios deben actualizarse, pero el único encargado de la planificación energética indicativa nacional, CNE, probablemente no sea el ente más apropiado mientras subsista la amarra de compromisos políticos de este gobierno. Igual razón aplica también a la CCHEN, organismo sin autonomía para ello. Tampoco distraerán recursos las empresas multinacionales eléctricas cuyo negocio de largo plazo en Chile además podría ser afectado por una tecnología de muy bajo costo de operación frente que deteriora el excelente negocio promovido por los cambios legales recientes en la normativa eléctrica. Sin embargo, la necesidad de anticiparse a lo que se proyecta como duro escenario mundial y que sin duda afecta a esta isla energética chilena hace ineludible cumplir con la responsabilidad de evaluar escenarios tecnológicos alternativos. Para el año 2020, creciendo Chile a tasas históricas necesitamos nueva capacidad eléctrica equivalente a 5 veces todo lo instalado hoy en termoeléctricas a gas natural, o bien a 25 proyectos Ralco, o a 6 proyectos Aysén (ya iniciado pero que recién estará terminado para el año 2018), o bien equivalente a 3 veces todo lo instalado en Chile en los últimos 10 años. Ni lo eólico, ni geotermico, ni mareomotriz, ni solar, ni otras energías renovables locales son aún suficientes ni económicas, como tampoco lo sería todo el catastro hidroeléctrico nacional aún disponible. Luego nos queda sólo GNL, carbón y nuclear como necesaria diversificación. Sin embargo, para esta última debemos prepararnos con unos 12 años de anticipación lo que hace urgente la urgencia de discusión y estudio. Por mi parte, como académico pienso invitar a mis alumnos de Ingeniería Civil y a los de Magíster en Economía Energética a considerarlo, ya que estimo está en las universidades la apropiada instancia y este gobierno quedaría mas tranquilo si derivado de un estudio serio hecho independientemente llegamos a la misma conclusión que otrora, aunque ahora un SING-SIC interconectados por un proyecto nuclear y también a tierras australes aparece muy atractivo para evaluar.
ENERGÍA Y MINERIA (Marzo 2007)
Francisco Aguirre Leo
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