Aprovecho la oportunidad que nos da el vecino pais para forzar una discusión sobre política energética, a la que me sumo entregando breves antecedentes que estimo relevantes al caso.
En primer lugar, la actual política se traduce en la normativa tramitada “cuidadosamente” casi 2 años y flamantemente promulgada hace 2 semanas. En el caso eléctrico, la ley establece claramente que el desarrollo del sector seguirá siendo estudiado en carácter meramente “indicativo” por la autoridad reguladora. Así, cada seis meses Comisión Nacional de Energía entrega su “VISION” futura de cómo la oferta energética “virtual” se adapta a la demanda “proyectada” y provoca “costos estimados” de abastecimiento que dan una señal de “precios teóricos” para el mercado. Este producto es “útil” solo si comparado con la realidad está en una banda de 5% respecto del mercado real. De contrario los “precios de nudo” que valida el Ministerio de Economía terminan siendo los “ajustados” al mercado es decir los resultantes de los grandes contratos de suministro eléctrico a clientes mineros e industriales y que así aplican también a los clientes regulados, que en el SIC abarcan 2/3 del consumo y en el SING solo 1/6.
Sin embargo, quienes efectivamente desarrollan las inversiones y operan el sector eléctrico son los capitales privados, que recogen (o imponen) la señal real de precios del mercado y toman decisiones conforme a sus propias políticas empresariales o multinacionales, a lo más “guiadas” por la VISION del regulador.
Así las cosas, se concluye que una primera forma en que la autoridad hoy puede evidenciar política energética tiene relación con la VISION de futuro y en la evaluación técnico económica que produce finalmente un precio regulado. Alli está entonces el esfuerzo que, bajo la actual ley, debe realizarse por parte de la autoridad para incluir proyectos nuevos en tecnología o bien actualizar los “ya existentes”, descubriendo incluso proyectos “ocultos” cuyos desarrollos son buenos para el pais aunque posiblemente no tan buenos para el operador privado. Ya que hoy surgen los interesados en hidroelectricidad, me animo a “destapar” para actualizar evaluaciones de proyectos hidroelectricos como Chacritas, Las Melosas, Canelo, Cortaderal, Colicura, Las Aguilas, Lontue, Teno, Colorado, Llanquen, Aguas Blancas, Huequecura, Quitramán, Choshuenco, Petrohue, Puelo, Los Coigues, La Cuesta, Los Tabiques, El Yeco, Los Mellizos, El Chiflon, Frio, Rio Cuervo, Los Riscos, Rio Ibáñez, Chacabuco, El Saltón, Las Heras, Rio Pascua, San Vicente. El lector puede quedar sorprendido ver tanto proyecto hidroeléctrico no hecho público, aunque la enumeración anterior no es exhaustiva, pero según estudios no actualizados, la enumeración anterior representa más de 16.000 Mw de potencial hidroeléctrico chileno aún no desarrollado, es decir el equivalente a más de 40 centrales ciclo combinado a gas natural y suficientes para 20 o más años de desarrollo eléctrico chileno.
A estas alturas del tema es interesante preguntarse ¿Habra alguno de estos proyectos hidroelectricos (u otros) que pueda “ganar” la evaluación económica que hasta hoy hace siempre vencedores a proyectos de ciclos combinados con gas natural? Mi respuesta es que muy probablemente SI, pues desde ahora en adelante los proyectos que usen gas natural debiesen ser “castigados” en su costos de inversión y de operación (riesgo político), lo que incluso puede hacer competitiva la generación geotérmica o incluso nuclear, tema este último muy sensible para algunos pero no por ello a desconsiderar en una evaluación con muchos proyectos competidores. Con esto, muy probablemente cambie la VISION futura del desarrollo energético de Chile y probablemente antes del 2010 tengamos una matriz energética resultante de una política equilibrada con más fundamentos y solidez que la de hoy, señal que seguirán también los inversionistas privados y que hoy deberán absorber los costos de la desinversión en Argentina y en Chile y cuya consecuente precariedad de abastecimiento eléctrico solo está disimulada por el evento reciente, pero que una sequía en 2004 o 2005 tendría severas consecuencias en nuestra zona central de Chile.
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